Granada es una ciudad andaluza que emana flamenco por sus calles del Sacromonte.
En este barrio emblemático de la ciudad, se encuentran las conocidas cuevas flamencas del Sacromonte, famosas prácticamente a nivel internacional. Mucho del turismo que visita la ciudad, además de visitar la Alhambra, suele adentrarse en las calles del Sacromonte y ver en sus cuevas un auténtico espectáculo flamenco.
Estas cuevas no solo ofrecen espectáculos de flamenco únicos, en un entorno único, sino que ayudan a mantener la historia de la cultura gitana viva y suponen un punto de encuentro ideal para todas las personas del mundo que buscan disfrutar de esta expresión cultural única.
El origen de las cuevas flamencas de Granada
El Sacromonte es un barrio que se encuentra en Granada, concretamente en la colina Valparaíso, frente al Albaicín y muy cerca del cauce del río Darro.

Para conocer su relación con el flamenco, tenemos que remontarnos a la época del Al-Ándalus, cuando la zona era un territorio periférico del núcleo urbano de Granada.
En esta época, ya se usaban las cuevas como refugios naturales en la montaña, usadas como almacenes o cobijos temporales.
No obstante, la verdadera transformación del Sacromonte comienza a finales del siglo XV, cuando los judíos fueron expulsados en 1492 y mas tarde los musulmanes en 1502.
Entonces, comenzaron una serie de persecuciones religiosas que obligaron a muchas personas a abandonar el centro de la ciudad e irse a vivir a zonas más marginales. A este éxodo, se sumaron los gitanos, que llegaron a la Península desde el este de Europa y la India.
Estos asentamientos desplazados, hicieron de las laderas del Sacromonte un lugar ideal para formar sus viviendas ya que además de que estaban bastante escondidas, fueron un refugio que les ofrecía protección además de que tenían un buen aislamiento térmico, por los que en ellas la temperatura era fresca en verano y cálida en invierno.
Las cuevas: más que casas, espacios de cultura
Las cuevas del Sacromonte además de servir como vivienda para estos pueblos gitanos, también se transformaron en el escenario perfecto para la mezcla de diversas culturas y el nacimiento de nuevas formas expresiones artísticas.

En estas cuevas se mezclaba el arte de andalusíes, judíos, cristianos y gitanos.
Cada cueva se planificaba de forma similar, tenían una entrada con forma de arco, una zona común que sería lo que hoy conocernos como «sala de estar» y las habitaciones que servían de dormitorios excavadas en la roca.
Muchas de estas viviendas aún se conservan y siguen habitadas, mientras que otras se han transformado en museos, tablaos flamencos o espacios culturales.
El flamenco y la cultura gitana: esencia del Sacromonte
Con los años, los gitanos fueron dejando una huella cultural en el Sacromonte. Su estilo peculiar de vivir la vida, la música y sus celebraciones se fundieron con el entorno del barrio. Se establecieron las raíces del flamenco único: más íntimo, emocional y visceral.
Las conocidas «zambras» del Sacromonte, son la versión gitana de las fiestas que hacían los moriscos en sus bodas, por lo que son un icono de la fusión cultural de las familias. No solo son espectáculos pensados para atraer las visitas de turistas, son una forma de transmitir y mantener viva su cultura.
Además del flamenco, la cultura gitana también se trasmite en otros aspectos, como por el ejemplo las comidas tradicionales, en la moda flamenca tan colorida, incluso en festividades de la ciudad como por ejemplo, Día de la Cruz o la romería de San Cecilio, patrón del barrio.

Evolución del barrio: entre la marginación y el reconocimiento
Durante gran parte de su historia, el Sacromonte ha sido señalado como un barrio para clases sociales marginales.
La vida en las cuevas era bastante dura, y la mayoría no tenía los servicios básicos.
Fue a lo largo del siglo XX, cuando esta zona marginal empezó a adquirir mayor visibilidad ganando visibilidad ya que comenzó a atraer visitas de personas a lasque les gustaba esa forma peculiar de bailar y cantar que tiene el pueblo gitano, el flamenco.
El auge del turismo en Granada en las décadas de los 60 y 70 trajo consigo un renovado interés por el Sacromonte y sus tradiciones. Tablaos flamencos, rutas guiadas y museos etnográficos comenzaron a aflorar, atrayendo a visitantes de todo el mundo.
Hoy, el barrio enfrenta el reto de equilibrar el desarrollo turístico con la conservación de su esencia. El riesgo de gentrificación y la pérdida de identidad cultural son desafíos constantes para las familias que aún residen en las cuevas.
Mantener viva la esencia del barrio

Preservar el Sacromonte, es preservar también proteger la historia e identidad de este pueblo.
Se invirtió en mejorar las infraestructuras de la zona, proteger este enclave natural, apoyar a los artistas y vecinos que mantienen vivas las tradiciones.
De esta manera, no solo se mantiene viva la historia de un pueblo resiliente, el arte ancestral del flamenco, y un barrio que es el icono por excelencia de una convivencia cultural única entre pueblos marginales.